Cuando arrancó el «Motomami Tour” las primeras quejas estuvieron por el sentido del vivo. Vieron que Rosalía salía a escena sin músicos. Apenas ocho bailarines, un telón blanco y un hombre cámara que la sigue paso a paso. Pero todo tiene sentido si se piensa la concepción en pandemia de Motomami.
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