“Soy sólo un alma atrapada en este circuito”, canta una voz cruda y quejumbrosa acurrucándose contra la séptima disminuida del blues. Una acústica fantasmal resuena atrás, sus punteos acuden a la línea vocal con un toque de brillo metálico. Pero no hay ningún ser humano detrás de esa voz, ni dedos en esa guitarra.
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